¿Alguna vez has sentido ansiedad?

Si la respuesta es sí, seguro que no te ha resultado nada agradable.
¿Qué es la ansiedad?
Empecemos por el principio:
La ansiedad es una respuesta psicofisiológica normal que se activa ante una amenaza, con el fin último de que sobrevivas. En sí misma, la ansiedad no sólo no es mala, sino que es necesaria, aunque es cierto que puede ser muy molesta. Por tanto, el fin último, nunca va a ser eliminarla por completo, sino que en los momentos donde esta aparezca con mucha intensidad puedas tener herramientas para gestionarla. Una de las herramientas que puede serte útil es la relajación. Con ella puedes conseguir disminuir los niveles de ansiedad, activando sistemas psicofisiológicos (sistema parasimpático) contrarios a los que activa la ansiedad (sistema simpático).
Existen numerosas técnicas de relajación en las que puedes entrenarte para disfrutar de sus beneficios. A continuación te explico tres de ellas:
- Respiración diafragmática: para utilizar esta técnica, debes concentrarte en tu respiración, la cual vas a realizar de una manera muy profunda, para conseguir activar el diafragma en lugar de respirar superficialmente. El resultado es la reducción de los niveles de ansiedad y la mejora del estado de ánimo.
- Relajación muscular progresiva (RMP): la desarrolló Edmund Jacobson en el año 1929, y para hacerla has de tensar y relajar progresivamente grupos musculares de forma secuencial. Esta herramienta ha demostrado su eficacia en la reducción de la tensión física y mental.
- Mindfulness: esta técnica quizá te suene al concepto de “atención plena”, y es que básicamente consiste en centrar la atención en el momento presente desde un punto de vista libre de juicios. Las investigaciones sobre mindfulness respaldan que es una buena herramienta para reducir la ansiedad y mejorar la regulación emocional.

Conclusión
Aprender técnicas de relajación y practicarlas de forma regular puede tener beneficios en tu salud a corto, medio y largo plazo. Un meta-análisis de la revista científica “American Journal of Psychiatry” publicado en el año 2012, concluye que la relajación disminuye los niveles de ansiedad a corto plazo, y además refuerza la resiliencia ante futuras situaciones estresantes. Además, también tiene impacto sobre el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), atenuando su activación, lo que significa una menor producción de cortisol (hormona del estrés) y una reducción del estrés crónico.