En la hipocondría, la persona tiene una gran preocupación por lo que tiene, por los síntomas o las quejas… Y está convencido de que estos síntomas le indican que algo ocurre, que algo dentro de su cuerpo va mal… y eso es lo que le preocupa.
Por ejemplo: Si me despierto con el párpado hinchado, lo primero que haré cuando lo vea será preguntarme qué es lo que ha ocurrido y después buscaré una explicación. Ante esta situación:
- Una persona cualquiera podría interpretar: «tengo un orzuelo»; «me ha picado un bicho». Y tras esa explicación, su mente se queda tranquila.
- La interpretación de un hipocondriaco sería muy diferente, ese síntoma no se debería a la picadura de un mosquito, si no que podría deberse por ejemplo a un «problema en el lóbulo prefrontal», por lo que su mente no se relaja y necesitará buscar un médico para que niegue su hipótesis.
En la hipocondría aparece un déficit de atención selectiva, es decir, la persona presta especial atención a estímulos o sensaciones internas (como el palpitar del corazón, la respiración, el movimiento de tripas…) que para otra persona pasan totalmente inadvertidos. Es decir, una persona normal tiene un filtro que evita que estemos pendientes constantemente de estos movimientos internos nuestros y en el caso del hipocondriaco ocurre que ese filtro se ha ensanchado y sí oye esos ruidos como el palpitar del corazón y está constantemente pendiente de ello.
Además, la preocupación persiste a pesar de las exploraciones y de no encontrar causa médica. Y es común, encadenar la preocupación de una enfermedad por otra. Por ejemplo: siento un dolor en el pecho, pienso que tengo un problema en el corazón, que me va a dar un infarto…Voy al médico, no tengo nada en el corazón, siento una aparente tranquilidad; a los pocos días, comienzo a sentir algo de ahogo, parece que no puedo respirar bien, interpreto que es posible que tenga asma… Voy al médico, no diagnostican asma, siento una aparente tranquilidad; al poco tiempo, observo un lunar muy feo, y comienzo a ver que mi piel tiene un aspecto «raro», ¿será cáncer o alguna enfermedad en la sangre?, voy al médico, no tengo nada, disminuye mi preocupación…; comienzo a sentir un hormigueo en el lado izquierdo de mi cuerpo, parece que se me «duerme la cara», entro en internet, comienzo a pensar que es posible que padezca ELA… aumenta mi ansiedad, voy al médico… Ocurre a veces entre los comportamientos del hipocondriaco, el conocido como “doctor shopping”, referido a los cambios de médicos y búsqueda de segundas opiniones sobre lo «qué me pasa».
Es muy común que tras hacer estas interpretaciones catastrofistas del los síntomas, se acuda al médico para descartar la sospecha. Una vez descartada, la persona siente una aparente calma y reducción de la ansiedad. Pero solo es «aparente», ya que el cerebro se vuelve «adicto» a estas comprobaciones y pronto vuelve a la carga con otro pensamiento intrusivo sobre la enfermedad.
Existen antecedentes ante este problema, como pueden ser el estrés psicosocial, muerte de una persona cercana o enfermedades previas (esta situación de pandemia mundial provocada por el COVID-19, también podría estar suponiendo un estresor desencadenante de este tipo de problemas).
Esta preocupación, genera en la persona un malestar intenso y una grandísima ansiedad, que interfiere en su día a día y no le permite disfrutar. También son frecuentes pensamientos tipo «esto va a ser para siempre», «nunca voy a vivir tranquila», «no voy a volver a ser la persona que era antes».
Si te sientes así, estaría bien que pudieses contactar con un profesional para que pudiese ayudarte a recuperar tu normalidad y a disfrutar de nuevo de las cosas del día a día.
Sara Martínez. Psicóloga Sanitaria