Y de repente, un día, nos encontramos en una situación de emergencia sanitaria, nos vemos enfrentándonos a una situación en la que el sistema se desborda, hay mucha demanda de asistencia sanitaria e incluso puede que falte el material o los recursos adecuados. Pero a pesar de todo sientes que tienes que estar ahí, al pie del cañón y cargar no solo con la salud física de los pacientes, sino también con su salud emocional… ya que cuando las personas se encuentran como pacientes en un hospital, sienten que están en tus manos, que tú eres su salvador o salvadora, qué eres la persona que les va a ayudar… y depositan sobre ti todos sus miedos, sus mayores temores, su confianza y sus emociones… Si esto se hace en situaciones normales (en las que no hay una crisis sanitaría), qué decir en una situación como esta. Por no hablar de la atención al desconsuelo de los familiares de las personas que no han tenido buen pronóstico.
Y un día, y otro día…
Ante esta situación impactante, es normal que incluso te hayas cuestionado si esto puede estar pasando, que la hayas analizado con incredulidad e incluso hayas llegado a negarla por momentos. Es normal que un torrente de emociones esté recorriendo tu cuerpo, que sientas mucho estrés e incluso ansiedad excesiva, que tengas una sensación de falta de control o que sufras altibajos emocionales… son normales la tristeza, los bloqueos, el miedo y la incertidumbre.
Es claro que todos estamos con vosotros, que os apoyamos y aplaudimos, que valoramos vuestro trabajo y este momento sois nuestros HÉROES y HEROÍNAS. Que las ovaciones, apoyos, noticias en los medios de comunicación, etc. os sirvan para eso, para arroparos, para que no os sintáis solos y para que sepáis que os valoramos. Pero OJO!!! Muchos de vosotros es posible que sintáis que todo está en vuestras manos, que tenéis que ser súper personas, súper héroes y hacer más y más… Esto puede llevaros a CARGAR VUESTRA MOCHILA DE PIEDRAS, Y SENTIROS MÁS RESPONSABLES DE LO QUE SOIS, y por lo tanto a exigiros más de la cuenta… Y, por cuidar, olvidaros de cuidaros a vosotros mismos y a los vuestros.
CUÍDATE PARA PODER CUIDAR…
- Sé realista, permítete quitarte la capa (baja un punto tu autoexigencia)… Ajusta tu visión a la realidad. Somos responsables hasta cierto punto y podemos hacer lo que podemos hacer… el resto no es nuestro y depende de otros factores (la evolución de cada paciente, los recursos que tenemos son los que son, el personal es el que es, etc.).
- Dedícate tiempo a ti mismo, desconecta y haz actividades agradables dentro de lo que puedas (lee, escucha música, medita, baila, juega con tu familia, habla con los tuyos, haz ejercicio, descansa…). Piensa que para poder atender a los demás, tú tienes que estar sano, tanto física como emocionalmente.
- Intenta no abarcar más de lo que tu cuerpo y mente pueden soportar… es muy importante que descanses… tanto en el trabajo como en casa. Al descansar o cambiar de tarea «oxigenamos» la mente, nos despejamos y es más fácil verlo diferente a la vuelta.
- Escucha tus emociones, ponlas nombre y exprésalas:
- con tus compañeros, seguro que la mayoría están pasando por lo mismo que tú
- con familiares y amigos, cuando llegues a casa, por teléfono o vídeo llamadas.
- Tú también necesitas ser escuchado, necesitas que te cuiden y apoyen
- Es normal que esta situación te afecte… y si lo hace, no niegues tus emociones ni te maltrates por ello. Lo que sientes es tuyo. Evita compararte con otros compañeros y no generes pensamientos autodestructivos «soy frágil, no valgo para esto, ellos lo llevan mejor que yo, no soy un buen profesional si no aguanto la presión, no estoy haciendo lo suficiente, no lo hago bien…etc.».
¡Para nada! ¡No te martirices! lo que tú sientes es tuyo y cada uno sentimos las cosas de una forma distinta, cada persona tiene diferentes habilidades de afrontamiento para según qué cosas… y activa los recursos propios de forma diferente según las circunstancias… pero si estás ahí, eso dice mucho de ti, de lo válido y capaz que eres. Y si te has sentido desbordado y has tenido que parar… no te culpes, tú te puedes permitir sentirte como sea, eso no dice nada de tu profesionalidad.
TIPS/EJERCICIOS PRÁCTICOS QUE PUEDEN AYUDARTE:
EN EL TRABAJO:
- Busca tus espacios para descansar, para tomar el aire.
- Sigue los protocolos que se te indican.
- Intenta no cargarte con más tarea de la que tu cuerpo y mente pueden soportar.
- Identifica tus pensamientos negativos, date cuenta de tus pensamientos catastrofistas, autoexigentes o desesperadores («no voy a poder»; «yo no valgo para esto»; «esto no va a acabar nunca»; etc.). e intenta cambiarlos por pensamientos alternativos.
- Date mensajes positivos. Aunque va a costar y va a ser difícil, lo vamos a conseguir, saldremos de esta.
CUANDO LLEGUES A CASA:
- Dedica un ratito a realizar técnicas de relajación que conozcas.
- Para una mejor regulación emocional:
- Busca un lugar tranquilo, sin ruidos ni perturbaciones. Túmbate o siéntate y respira profundo.
- Medita y presta atención plena a lo que estás sintiendo.
- Identifica esas emociones y escríbelas en un papel.
- Después, piensa qué situación te ha generado esa emoción.
Esa situación, ¿dependía de mí? ¿Dependía de otros? ¿Qué podía haber hecho en ese momento? ¿qué he aprendido de esa situación por si se presenta esa u otra similar en otro momento? ¿soy responsable realmente de ello? ¿esa emoción es mía realmente… o me estoy cargando con emociones de otros?
- Valora qué cosas has hecho bien a lo largo del día a pesar de las limitaciones con las que te has encontrado.
- Piensa en todas las personas a las que has ayudado hoy.
Sara Martínez Cano
Psicóloga Sanitaria
@sara_mentalcoach
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