Muchas veces confundimos el rol de padre y el de entrenador…
Suele pasar, que vemos a nuestros hijos con mucho potencial pero que no se esfuerzan lo suficiente; que el entrenador no potencia su punto fuerte; que si hiciese hincapié en X mejoraría de forma exponencial; que tiene que entrenar más algo específico en su deporte; y una larga lista de etcéteras.
Si es verdad, que muchas veces se hacen sacrificios para llevarlos a entrenar, gastamos los fines de semana con campeonatos o carreras… por no hablar del desembolso económico en clases, partidos, equipaciones, licencias, etc.
Pero… ¿realmente es necesario que les digamos en qué falla, qué tiene que hacer, lo bueno o lo malo que es, lo que tiene que corregir…?
- ¡Suelta el crono y disfruta en la grada! Pero sobre todo… no discutas con otros padres, recuerda que eres el ejemplo a seguir para tu hijo.
- No te obsesiones con las marcas, las mejoras o los resultados.
- No te corresponde elegir si juega o no juega, si hace una prueba u otra…
- No hables todo el tiempo del deporte, de los entrenamientos o las competiciones.
- No presiones y no exijas.
Deja que los entrenadores hagan su trabajo… Ocúpate de que tu hijo se divierta, disfrute haciendo deporte y de que vea en ti un apoyo, un hombro en el que llorar o desahogarse si lo necesita, en el que alegrarse e incluso en el que dudar y aclararse sobre lo que quiere o no quiere con respecto a su deporte…
Tu rol en el deporte es de apoyo, compañía y refuerzo, no lo olvides.
Sara Martínez